¨Me reflejo en otras pupilas. Me someto a las igualdades subjetivas de las miradas diferentes...¨

Sortilegios cotidianos

miércoles, 18 de febrero de 2009

Las Marías

Cuando el tren se detuvo, el par de botas de cuero polvorientas asomaron por sobre el humo asfixiante del terraplen. El ultímo chifilido del silbato insinuó terminante el arranque de la máquina de plomo, que vaporosa se perdía en el horizonte desteñido por el atardecer en sepia. 
 Isabella, apoyó la valija pesada junto a su figura delgada, casi extraída de una pintura de Monet. Pero el cuadro cobro movimiento cuando el viento voló su capelina en un parpadeo vertical y la perdió entre las vuelteretas huracanadas del aire.
 En la tierra áspera y extraña, la lejanía del pasado se hacía evidente y la quietud de la estación rozaba acaso la melancolía de la ausencia y el tinte oscuro de la carbonilla en un suspiro profundo.
La sequía de palabras hacía eco en el silencio del paisaje, que recortado se enmarcaba entre bancos de madera y cantos rodados. El perfume del sol parecía conjugarse entremezclado al de la pureza de la sierra a un paso.
Isabella esperaba con la vista fija, pero sus ojos carecían de particularidad direccional.
No se veía a la redonda más que la tierra fundirse con el cielo, imantarse en el fin del mundo. Ningún rastro de bienvenida. 
Ningún transeunte esperando en el andén.

domingo, 1 de febrero de 2009

Vos

Vos sabes que yo te buscaba en un tomate, en la uña encarnada, adentro del televisor...
Vos sabes que yo te veía en los botones iluminados del ascensor, en los espejos de los charcos de agua, en las hojas de los árboles y hasta en los frutos caídos de los manjares de versos.
Vos sabías que el aire me golpeaba la cara con tu nombre y la boca se me hacía más dulce al pronunciarlo.
Vos pensabas que era irremediable, que las goteras del techo se curarían y el sabor sería similar al de la perfección.
Vos ibas y venías como una hamaca en flor, como la guillotina cuando amenaza la cordura o desnuda el vientre de mariposas de la noche.
Vos tenías un lugar secreto y a mí me gustaba descubrirlo para descubrirme. Para ser. Vos tenías la llave, yo la puerta y un bosque sin dirección ni código postal.
Vos caías y yo caía. Te levantabas y me levantaba. Y yo ahí, dibujando nubes y sacándole las plumas a cuanta ave circundara el cielo para elevarme mucho más alto y mucho más azul, mas fuego.
Vos pensaste que alguna vez sucedería?
Porque yo a veces rompo las paredes del cielo, atravieso el aluminio y pienso que debieran existir estas cosas tan solo para que a uno se le llenen los brazos de alas y se le ocurra sentarse a escribir delirios mientras el corazón lleno de letritas me mira torcido y se deshace con el ruido de la calle hasta desvanecerse.
Vos sabes que algunas fotos no se lavan ni con toda el agua del mundo, y algunas imágenes siempre viven en color y  no en sepia. Y además no hay revelados que revelen las miradas o la piel.
Y es mentira que existen los baobabs en la tierra. Las rosas que hablan.
Yo no sabía. Ahora sé. Mañana quién sabe.
Vos sabías... porque gira de ese modo, porque asusta, porque nace o porque muere?
Las cosas eternas siguen estando ahí.
También las preguntas.

Me leen...